12.13.2009

Galets, tradiciones navideñas

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No me gusta la navidad. Me produce melancolía. Detesto los decorados navideños tanto como las compras obligadas. Pero he descubierto que me encanta la tradición, cualquier tradición y la navidad es eso al final, me encanta el hecho de reunirse con la familia y cocinar cosas especiales, cosas que solo se comen en ciertas fechas, esas preparaciones mitológicas que nos deberían devolver a la infancia y a la adolescencia cuando las fiestas también significaban vacaciones, pólvora y rezos inentendibles que eran la excusa perfecta para que los tios se emborracharan y terminaran bailando muy apretadito con las vecinas. Pero no, la verdad es que yo no vivi eso, mi familia es más bien militante de las filas del agnosticismo, mis tíos más bien sosos y las vecinas siempre fueron dinosaurios asi que tal vez es por pura envidia, es por no tener tios fiesteros y vecinas alegronas, que esta época no me gusta.




Divertido (que no bonito) fue encontra
r como parte de la iluminación navideña de Barcelona unos galets-lámpara gigantes asi tirados por la mitad de la calle. Al comienzo no supe muy bien que eran pero luego recordé que hace unos meses un muy querido amigo tratando de mostrarme la maravillosa tradición gastronomica de su tierra me hizo probar la sopa de galets. Realmente es un plato fantástico por la sencillez de su preparación, en el fondo es un caldo con pasta, pero supongo que puede ser horroroso si el caldo es de cubito y la pasta mala . Los Galets son coditos de pasta gigantes que se pueden rellenar, o no, con la carne con que se elabora el fondo o caldo. Si el caldo es bueno es un plato muy reparador para los días de frío, pero para que el caldo sea bueno se debe hacer con lo que ya no tenemos para cocinar: tiempo y paciencia.


La comida tiene el poder de curar las fisuras familiares, en la cocina la preparación "tradicional"es tu historia, tu herencia, tu legado, en la mesa es puro placer compartido con las personas que más te quieren. Hace más, mucho más que la terapia.

12.07.2009

Cositas buenas: L'Altmella de Mar.



L’Altmella de Mar es un pueblo de pescadores a unos 150km de al sur de Barcelona, muy cerca de la desembocadura del poderoso y fértil Ebro. El paisaje, marcado por el puerto de pescadores es impactante y el escenario de las pequeñas calas de roca y pino que se encuentra en los alrededores provoca el deseo de permanecer.


Es sin duda un lugar para encontrar los mejores y más frescos productos provenientes del mar. Sobre la calle mayor frente al puerto hay un minúsculo restaurante sin sala interior solo con mesas de terraza en donde comí los mejores boquerones en vinagre que he probado. También son muy recomendables las sardinas y los calamares fritos acompañados por una cerveza helada y un poquito de sol otoñal. Debo confesar que no recuerdo del nombre del lugar, de hecho no sé si tiene uno pero dejo acá el link al mapa de donde está exactamente. Como ya dije, es pequeñito y adentro solo está la cocina, creo que es el único de estas características frente al puerto. También es bastante barato así que tiene muchos puntos a su favor.




Por la noche cenamos en La Llotja (tel. 977457361), un pequeño y cuidado restaurante en donde el chef Joan Miró en la cocina y su mujer en la sala se esfuerzan por vigilar cada detalle. Los productos fresquísimos y de la zona, son los principales protagonistas de cada plato que combinados con las innovaciones de su cocina producen lo que yo creo son modernos platos de cocina catalana marinera sustentados en los productos tradicionales. No es una gran cocina con grandes pretensiones, simplemente es una cocina un poco más sofisticada ¡geeeenial! Como diría un gran amigo.

Sardinas con liofilizado y brotes

Atun

Cigalas a la plancha

Chipirones

Llobarro (lubina) con parmentier


Para beber probamos un blanco a pesar de mi natural reticencia por estos vinos. En teoría este Trío Infernal de crianza podía acercarse al tipo de tintos que suelen gustarme pero hay un aroma muy frutal como de melocotones que yo siempre encuentro en los blancos y que a mi particularmente no me gusta nada. Pero después de la historia que acompañó la escogencia de este vino por parte de mi bien querido acompañante y la posterior visita a la página encuentro que el proyecto de Trío Infernal es muy interesante y me dan muchas ganas de probar los tintos que ofrecen así como el aceite que elaboran.


En todos lados hay cosas buenas, de todos se aprende algo y yo en estos meses de descubrimientos catalanes no he hecho más que conocer y enamorarme de esto que ahora también es un poco mío.